Hacia lo desconocido... (Visión ideal de una impartición de clase)

 

      La clase esta expectante. O completamente dormida. O ruidosa. No saben quien es este señor que viene de prácticas. Tampoco que, además de profesor, es poeta. Que le gusta mucho lo que va a dar y sobre todo esa generación del 27. Por supuesto, él les va a presentar a los escritores primero como él les conoció, como amigos. Si quiero que analicen un poema tengo que darles

antes un motivo para ello, estamos aquí para educar primero el gusto. Para ello hay recursos: hay prensa rosa literaria a mansalva, están esos cómics tan interesantes sobre la Orden de Toledo que ya están circulando por la clase. Las poesías se disfrutan antes de analizarse. Hay que paladear. Hay también un poema de Luis Cernuda muy intenso con un vídeo muy interesante.

      Incluyáse por aquí el control de clase, reírse con ellos, contestarles sagazmente, silenciarles solo si es preciso y ese estilo de estrategias cuyo dominio absoluto solo se consigue con la forja de la personalidad en el yunque de la experiencia personal.



     Hay que dar la vuelta a la clase, los poemas tienen que pasarles por la boca. Por suerte, el 27 es una generación de gente joven y vanguardista. Y esta Rafael Alberti con poemas del estilo de "Buster Keaton busca por el bosque a su novia que es una verdadera vaca" para hacerles leer en grupo, además de otros muchos.  Y luego llega el interés, que el profesor puede guiar tranquilamente, porque los autores ya no son seres supraterrenales del libro sino gente bastante normal, con mucho talento y suficiente guasa que comunicaban muy bien su visión del mundo. Y podemos dar, si se necesita, algo de teoría: ¿Quiénes son estos señores? ¿Por qué se comportaban así? Y damos paso a los poemas más líricos, al contenido que hay que dar, fomentando siempre la comunicación. Primero se recita, se escucha y luego se disfrutan. Ese sería el escenario ideal de una buena clase. 


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